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garantizar la facilidad del indicador para ser medido y replicado a largo plazo; 4) Representatividad
y validez: el indicador debe tener la capacidad de medir el fenómeno que se quiere medir y no
otros; 5) Sensibilidad para detectar cambios: el indicador debe identificar cambios y tendencias del
fenómeno que se quiere medir; 6) Independencia: el indicador no debe depender
significativamente de otros indicadores que limiten su cuantificación y monitoreo a largo plazo; 7)
Prioridad y utilidad: el indicador debe ser pertinente para la evaluación de la sostenibilidad
energética de un barrio, satisfacer los objetivos del modelo y posibilitar la toma de decisiones.
Para la valoración se usó una escala de 1 a 5, en donde 1 representa la carencia de las
cualidades del criterio y 5 significa que el indicador cumple satisfactoriamente con éstas. Si se
desconoce la respuesta el criterio es valorado como ND. Para cada indicador se calculó el
promedio total de los 7 criterios y la desviación estándar. El análisis de los resultados permitió
definir si el indicador era “recomendado” (promedio total >=3,9; sd<1), “poco recomendado”
(promedio total >=3 y <3,9; sd<1), y “no recomendado” (promedio total <3; sd<1). Aquellos casos
en que sd>1 el indicador fue catalogado “para discusión”. Como conclusión del proceso se
elaboró una lista de indicadores consensuados.
4. RESULTADOS Y DISCUSIÓN
A través del proceso metodológico antes explicado se definieron 57 indicadores potenciales
agrupados por temas y objetivos (Tabla 1). Ningún indicador recibió una evaluación como “no
recomendado”. Los 26 indicadores calificados como “recomendados” tuvieron que ver
principalmente con la política pública y la equidad en servicios; en menor grado con la
compacidad, microclima urbano, verde urbano, gestión energética en el espacio público y en la
edificación, y manejo de residuos sólidos en el espacio público y la edificación; ninguno se
relacionó con la diversidad de usos y condiciones ambientales. Los indicadores “poco
recomendados” describían factores indirectos y favorables para la implementación de medidas
pasivas, el fomento de movilidad alternativa y la construcción de estrategias para la reducción del
consumo energéticos, disminución de emisiones GEI y el monitoreo del consumo de energías
renovables; además evalúan la existencia de energía generada por sistemas renovables y
factores comportamentales. Únicamente 6 indicadores fueron catalogados “para discusión”.
Estos resultados fueron corroborados por las observaciones hechas por los evaluadores, para
quienes la preocupación principal radica en la posibilidad de obtener información a escala barrial,
el costo y las metodologías requeridas para obtenerla. Ningún experto sugirió agregar un nuevo
indicador, así como no todos los expertos emitieron observaciones sobre los indicadores
propuestos ni participaron en la discusión de los resultados de la evaluación.
Sobresale la positiva valoración de los indicadores institucionales. Es la “política pública” el único
tema en la que todos los indicadores propuestos son “recomendados”. En relación a la movilidad,
se infiere que los expertos han considerado más relevante el modo de transporte masivo que el
peatonal. De hecho, la “accesibilidad al viario peatonal” en el barrio, es el indicador que menor
puntuación alcanza a pesar de ser una condición que posibilita el caminar. Como éste, factores
que promueven la movilidad peatonal, como el confort lumínico, la presencia de actividades
comerciales cotidianas en el barrio, el reparto del viario peatonal público, entre otros, no se han
considerado prioritarios. Esta postura se repite en relación a factores que facilitan el uso de
mecanismos pasivos y la disminución del consumo energético, como son la calidad del aire,
análisis de soleamiento y sombras, y vientos.