Ecologia Integral: abordagens (im)pertinentes - volume 2
Oscar Martín y Castor Bartolomé Ruíz 120 manera, LS nos abre el horizonte a la acogida de nuevas realidades normal- mente no reconocidas por las ontologías tradicionales. Esta ontología relacional presupone que el ser de la persona es capaz de “reconocer el mensaje que está inscrito en sus mismas estructuras (LS, 84). También de reconocerse a sí mismo en su relación con el resto de lo creado y, además, explorar “su propia sacralidad al intentar descifrar la del mundo” (LS, 85) porque éste hace parte de su propia amistad con Dios. El ser humano es incapaz de desplegar por sí mismo la totalidad de su ser; se experimenta necesitado de la alteridad para poder encontrarse con su yo auténtico. En palabras de Francisco: todos unidos “en una especie de familia humana, una sublime comunión que nos mueve al respeto sagrado, cariñoso y humilde (LS 89) (JARAMILLO VARGAS; SOLANO PINZÓN, 2019). Una ética medioambiental de raigambre católica como hemos visto en LS, coloca en Dios la paternidad universal, la fuente última del valor (LS, 62-100). Esta visión pone de manifiesto que un cosmos que ha sido creado y que es habitado por Dios no excluye sino que incluye, pero trasciende, los planteamientos biocéntricos y cosmocéntricos “para acercarse a una forma particular de cosmocentrismo teocéntrico en el que la creación entera da gloria a Dios… y el bien común adquiere preminencia como categoría arti- culadora (JARAMILLO VARGAS; SOLANO PINZÓN, 2019; LS, 23-26; 135, 156-159, 177-178, 198, 201). A la filosofía esto le exigiría la necesidad de ampliar su epistemología de modo que pueda incluir aspectos cualitativos en el conocimiento de la naturaleza que incorporen visiones religiosas, como en este caso la cristiana. Creemos que éste es uno de los aportes más esenciales de ecología integral de LS a la disciplina filosófica para abrirse a su aporte de la cosmovisión de un Dios creador del universo, que pone su creación para la realización de la vida plena de todas las criaturas. En la encíclica todo apunta a un corazón abierto a la comunión uni- versal en la que todos los seres están incluidos (LS, 92). En la profundi- dad del corazón, en que todo está conectado (LS, 16; 38), se encuentra la profunda huella ontológica que conecta al ser humano con Dios y con la creación. A través del corazón el ser humano llega al corazón de la comunión con una Trinidad que nos llama a mirar la realidad con sus ojos, a vivir como iguales en la diferencia, a contemplar y dar respuesta al sufrimiento de los pobres y su padecimiento de la injusticia por causa de la destrucción de la madre Tierra.
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