Ecologia Integral: abordagens (im)pertinentes - volume 2
Oscar Martín y Castor Bartolomé Ruíz 116 de los círculos concéntricos (SHEID, 2016, p. 45, citado por TATAY, 2018, 403-404; CHUVIECO SALINERO, 2016, p. 32). Desde esta perspectiva la autoridad del ser humano tiene su origen en ser imagen de Dios, pero sin caer en el antropocentrismo. La creación es considerada como un único bien común cósmico en el que también está el ser humano y del cual depende su buen vivir. Dios creador es el garante del valor intrínseco (LS, 115) de todos los seres de la creación, que es quien posibilita el dominio subsidiario del ser humano. Francisco no renuncia en ningún momento a atribuir al hombre una especial dignidad (LS, 43). Para Francisco no es suficiente una ética limitada solo a lo humano que contempla lo demás con mero valor instrumental. De ahí el debate interno y la distinción entre los conceptos: valor instrumental, intrínseco y sistémico (AYALA-ARDILA, 2017, p. 114-115). La ecología integral, por tanto, se aproxima a las éticas medioambien- tes actuales porque reconoce el valor intrínseco de los seres no humanos (LS, 16). Esto implica desbordamiento del marco antropocéntrico tradicional. Sin embargo, introduce un aporte muy relevante al identificar la dimensión cósmica de la naturaleza con el paradigma de la relación. Este paradigma concibe a todos los seres vivos como interdependientes, pero de modo di- ferente según el tipo de relación que se construye. De este modo el Papa plantea la diversidad de tipos de relación, de acuerdo a la gran diferencia de tipos de actores que encontramos en el planeta: “Todo está relacionado, y todos los seres humanos estamos juntos como hermanos y hermanas… y que nos une también, con tierno cariño, al hermano sol, a la hermana luna, al hermano río y a la Madre Tierra” (LS, 11; 92), con quien el hombre y la mujer deberían tener un diálogo armonioso (LS, 11). El ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios, integra el cos- mos a partir de la relación de responsabilidad de su acción por ser el único que tiene esa capacidad. Pero, además, el paradigma de la relación integra al cosmos con la relación divina, que es el principio y fin de todo lo creado. Como expresa Jaime Tatay (2018), no se trata tanto de superar o rebajar la antropología, sino más bien de plenificarla y abrirla a un horizonte relacio- nal, cristológico y cósmico. La visión bíblica no sitúa al ser humano en el centro, sino que lo descentra, como al resto de la creación, para enviarlo con el encargo de Dios creador, de cuidar la creación. En definitiva, el paradigma de la relación que nos presenta LS proyecta el sentido de la ecología integral hacia un cierto tipo de cosmocentrismo. Pero se trata de un cosmocentrismo, no al modo de la hipótesis Gaia de Lo-
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy MjEzNzYz