Ecologia Integral: abordagens (im)pertinentes - volume 1
Ecología Integral y Metas del Milenio: repensar el Oikos Global desde el Cuidado y la Responsabilidad 159 la “Deuda ecológica entre el Norte y el Sur” que implica unas responsabi- lidades diversificadas por parte de los diferentes actores de la relación entre países y con los organismos internacionales. “Tanto la experiencia común de la vida cotidiana como la investigación científica demuestran que los más graves efectos de todas las agresiones ambientales los sufre la gente pobre”, afirmaba la Conferencia Episcopal Boliviana en 2012. La Ecología Integral, a partir de la estrecha interconexión entro lo social y lo ecológico, es un camino para mostrar cómo entender y hacer viva la relación entre el ser humano y el ambiente en el marco del cuidado y del gobierno del futuro. La Ecología Integral se articula sobre la concepción positiva de la no- ción de límite, que forma parte indisoluble de la vida y de la vida de los seres humanos en su relación con el ambiente. La posibilidad de ir más allá de cualquier “lógica de lo inevitable”, que implica la inutilidad de la política y el debilitamiento de la ética, el texto de Francisco impulsa a instalarse en un saber de frontera para comprender y ensanchar las fronteras de la vida, que en última instancia están representadas en la armonización del ser humano con el ambiente. La fuerza con que se plantea hoy el imperativo de cuidar la vida para posibilitar del futuro del hombre y de todos los hombres, es la fuerza que surge de la percepción y valoración del límite (de la ciencia, la tecnología, la economía) y de la implicación humana y el compromiso solidario con los que, en ese límite, se encuentran más desprotegidos y vulnerables. En la Ecología Integral se expresa una nueva lógica de la vida, que incorpora exigencias de valoración científica del límite, de decisión política para ensancharlo prudente y sabiamente y la actuación ética capaz de po- nerlo en práctica en la perspectiva de la interdependencia, la compasión y la solidaridad. Para ello, el 15 de septiembre del 2015, ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, el papa Francisco afirmaba que: “sin el reconocimiento de unos límites éticos naturales insalvables y sin la actuación inmediata de aquellos pilares del desarrollo humano inte- gral, el ideal de ‘salvar las futuras generaciones del flagelo de la guerra’ (Carta de las Naciones Unidas, Preámbulo) y de ‘promover el progreso social y un más elevado nivel de vida en una más amplia libertad’ (ibid.) corre el riesgo de convertirse en un espejismo inalcanzable o, peor aún, en palabras vacías que sirven de excusa para cualquier abuso y corrup- ción, o para promover una colonización ideológica a través de la impo- sición de modelos y estilos de vida anómalos, extraños a la identidad de los pueblos y, en último término, irresponsables” (Francisco, 2015a).
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