Ecologia Integral: abordagens (im)pertinentes - volume 1
Víctor Martin-Fiorino 154 como abarcador de las relaciones entre los seres humanos y con todos los seres vivos, fundamento también, en ese sentido, de una relación armónica con el ambiente. Sobre este concepto gira la ética ecológica como propuesta de armonización entre el ser humano, la comunidad y el ambiente, enten- dido este último como la confluencia entre lo natural y lo construido por el hombre, en ejercicio de su libertad responsable. Convivir, como categoría ética, exige un movimiento de descentra- miento del ser humano de su propia realidad. Particularmente desde la Mo- dernidad, el pensamiento ha girado en torno a una especie de “desmesura antropocéntrica” que da lugar a un relativismo práctico (Carrera i Carrera, 2017) y que, según lo señala la Encíclica, termina por dar prioridad absoluta a las conveniencias circunstanciales, haciendo que todo lo demás se vuel- va relativo, irrelevante “si no sirve a los propios intereses inmediatos” (LS, 122). En tal sentido dicha desmesura antropocéntrica es lo contrario a una antropología de la prudencia (Aubenque, 2010) que, con fundamento en el valor de la frónesis de Aristóteles, se muestra hoy muy necesaria en el manejo del poder de la tecnociencia y sus efectos sobre el planeta. Se advierte, sin embargo, que no se trata de sustituir el antropocentrismo por un biocentris- mo en el que puede disolverse lo humano, sino de reconocer críticamente el papel propio del ser humano y la responsabilidad que de allí se deriva para el cuidado de todos los seres vivos y de la Casa Común (Pérez Carvajal, 2015). En la Encíclica se vincula este aspecto con la aplicación del “Principio de Precaución”, formulado ya en la Declaración de Río sobre el medio Am- biente y el Desarrollo en 1992; e n ella se plantea que, ante posibles daños graves e irreversibles –que afectarán sin duda a los más débiles—no es ne- cesario esperar a tener la evidencia absoluta para tomar decisiones. Por otra parte, los más débiles por lo general carecen de los recursos y las habilidades procedimentales para probar ( a posteriori, además) un daño recibido. Como lo ha mostrado Martha Nussbaum (2009), en las sociedades contemporáneas los niveles de complejidad requieren de una mirada de con- junto que la tendencia a la especialización que caracteriza a la tecnología difícilmente puede proveer. La lógica de la tecnología es la de ir cada vez más rápido, aún cuando no se sepa a dónde se va, lo que puede conducir al desastre, como ha ocurrido, entre otros, en casos de manipulación genética, investigación en virología, instalaciones nucleares o uso de tecnologías con efectos aún desconocidos sobre personas y ambientes. Ir menos de prisa es visto como pérdida de tiempo productivo y no como un necesario ralentizar reflexivo, con lo cual sólo cabe sumarse a los resultados tecnológicos sin
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