Ecologia Integral: abordagens (im)pertinentes - volume 1

Ecología Integral y Metas del Milenio: repensar el Oikos Global desde el Cuidado y la Responsabilidad 153 haber mejorado considerablemente, en 2020, la vida de al menos 100 mi- llones de habitantes de barrios marginales. El balance de cumplimiento hasta 2015 fue positivo, aunque mostró un bajo nivel de compromiso de los Estados, las empresas y otros actores sociales. Ese mismo año, para profundizar en la línea de la sostenibilidad, las Naciones Unidas propusieron los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). También en 2015 fue promulgada la Encíclica Laudato Si’ del papa Francisco que, en convergencia con el propósito de valorar, cuidar y promo- ver la vida de la sociedad y del planeta, significó un salto de nivel hacia una visión integral de la crisis socioambiental global, abarcadora de lo social y lo ambiental y que exige respuestas múltiples y convergentes de todos los acto- res sociales. Su alcance, mucho más allá de los espacios de la Iglesia Católica, es el de un mensaje para todas las naciones, gobiernos y culturas, como orientación muy clara para impulsar cambios profundos en todos los ámbi- tos del cuidado de la vida --especialmente en la economía, la tecnología y la educación-- favorecer la valoración de la vida, promover la espiritualidad y dar contenido real a la opción preferencial por los más pobres. Ecología Integral y ética ecológica A partir de la intención expresada en el subtitulo, “Sobre el cuidado de la casa común”, el punto de partida de la Encíclica es la constatación de la unidad de la crisis social y la crisis ecológica, que remite a condiciones de mera supervivencia para grandes sectores de la población mundial. Como resultado de las formas en que se relacionan los seres humanos entre sí y con la naturaleza, las sociedades modernas viven en un complicado equilibrio de supervivencia, injusto, no sostenible y con marcado por distintos tipos y niveles de violencia. En tales condiciones no puede hablarse con propiedad de un tejido social, que es la plataforma para construir comunidad (Tellez, 2010), y menos aún de un tejido ético de valores compartidos que sostenga y proyecte la comunidad hacia formas de armonización del conjunto de las interacciones entre las personas, las comunidades y el ambiente. La meta de la vida en común es la convivencia, que, más allá de las razones de necesidad, utilidad o conveniencia, encuentra su fundamento en la fraternidad, el cuidado mutuo y la solidaridad. Con-vivir , como expresión del comienzo y la meta de la vida humana, es entendido en el sentido de tomar conciencia de interdependencia constructiva que sostiene la vida y

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